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Obras de  Mario Góngora

Mario Góngora del Campo es considerado uno de los historiadores chilenos más destacados del siglo XX, tanto por su obra historiográfica como por su labor académica desarrollada durante más de treinta años en las universidades de Chile y Católica.

Mario Góngora del Campo es considerado uno de los historiadores chilenos más destacados del siglo XX, tanto por su obra historiográfica como por su labor académica desarrollada durante más de treinta años en las universidades de Chile y Católica. Después de haber estudiado leyes en la Universidad Católica, se despertó en él una vocación por el estudio de la historia. Este deseo lo llevó a abandonar la profesión de abogado y comenzar estudios de pedagogía en la Universidad de Chile, donde alcanzó el grado de licenciado en filosofía con mención en historia, en 1944. Un año después, se incorporó a la Universidad de Chile como jefe del Seminario de Historia Universal en la Facultad de Filosofía, iniciando así un carrera académica que lo llevaría a ser profesor titular de historia medieval (1952), encargado del Instituto de Investigaciones Histórico-Culturales (1953) y director del Seminario de Historia Colonial (1960-1968). A fines de la década de 1960, se integró al Departamento de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, asumiendo como director de dicho departamento entre 1975 y 1976. Este último año, fue nombrado decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades y obtuvo el Premio Nacional de Historia. Jubilado en 1977, al año siguiente, se incorporó al Instituto de Historia de la Universidad Católica donde permaneció hasta su muerte en 1985.


Su obra historiográfica en la Universidad de Chile, estuvo consagrada al estudio de la historia colonial e historia social, donde destacaron investigaciones sobre el derecho indiano, el origen de los inquilinos, los encomenderos y estancieros y un notable estudio sobre el vagabundaje rural que fue publicado en la afamada revista francesa Annales économies, sociétés, civilisations, en 1966. Asimismo fue importante su contribución en el campo de la historia de las ideas y mentalidades, donde manifestó su interés sobre el pensamiento escatológico y utópico, la ilustración católica y la tradición. Su última época como historiador, estuvo marcada por el ensayo crítico, que él definía como una "toma de posición frente a diversos fenómenos y problemas del momento presente". Precisamente su Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, se constituyó en su obra más importante, despertando una inusitada polémica en la que participaron destacados intelectuales, demostrándose así el interés que alcanzó su pensamiento en el mundo intelectual chileno.


Sin duda, fue una de las figuras más relevantes de la intelectualidad chilena del siglo XX, situación que queda de manifiesto en las numerosas entrevistas, donde se requería su opinión sobre diversos aspectos de la vida nacional. Su presencia no pasó desapercibida; después de su trágica muerte, numerosas han sido las reflexiones sobre el historiador y su obra: "el más riguroso, metódico y penetrante de los historiadores chilenos del presente siglo", según el historiador Sergio Villalobos, o "La figura más destacada de la historiografía chilena de los últimos tiempos y es, seguramente el más universal en la larga serie de grandes historiadores que ha producido nuestro país" según Ricardo Krebs.

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