El cura loco y las treinta y siete vírgenes de Santa Rosa

El cura loco traza un singular panorama perfumado de poesía, erotismo y crueldad humana presentando una visión erótico-poética de la realidad. Fantasmeada, imaginada, pero a la vez con las premisas de lo material. Hay algo acuático en la escritura de Telmo Herrera, fluyente y lúdico, a veces violento. Una corriente de aparente desorden, con un orden oculto de onirismo y cargada de sensualidad. El incesante flujo de metáforas y acontecimientos ondean entre lo verídico y lo fantástico, como un río que parece caótico pero que sigue un camino trazado: el de la belleza. El sexo jovial y fantasmeado compone una cosmogonía de la sensualidad, se encuentra integrado en la naturaleza y el sueño, el inconsciente; es otro mundo vivido como normal. Seres imaginarios entre el sueño y la vigilia, resultado de zoofilias improbables, incestos, transgresiones absueltas por la ausencia de maldad en el deseo. Una literatura que provoca sensaciones flotantes, como el acto de nadar o volar. Hay a la vez una comprensión de la ambigua naturaleza humana, con sus defectos y virtudes inevitables, antitéticas, ricas y equívocas, a menudo enemiga y enigma de sí misma; un desbordante retrato de lo bueno y lo malo perfumado de poesía, erotismo y crueldad. Nos presenta una lucha lúdica entre el instinto sensual y la razón. La vida como juego.